Sí, hablamos del amor. ¿Por qué no encontrarlo también en el lenguaje?
Podemos transmitirlo de varias maneras, hay muchas posibilidades de hacerlo: en una carta o poema de tu puño y letra o sacado de escritores, a través de un regalo, un gesto,...
En el lenguaje podemos también encontrarlo en forma de canciones, ya sea un rap (que no hablo del reggaetón, otro tema que me gustaría hablar en el futuro), una canción de rock,... o las típicas palabras que se pueden poner en un mensaje de móvil: TQM, I(un símbolo de un corazón)U para el lenguaje inglés, y un montón de nuevas expresiones modernas.
Pero quería hablar de un capítulo que encontré del libro de Rayuela de Julio Cortázar el otro día mientras viajaba en el Metro. Unas palabras que, aunque ya tiene dos décadas de antigüedad, siguen emocionando al lector del siglo XXI. Aquí os dejo el Capítulo 7:
"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libartad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca de miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan fundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorver simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua"
Fuente: J. Cortázar (1980). Rayuela. Ediciones Edhasa
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